Mandamos un Whats App en décimas de segundo, tardamos menos de un minuto en ver a nuestro amigo que vive a cientos o miles de kilómetros de nosotros mediante una vídeo llamada por Skype.
La inmediatez en la comunicación se ha trasladado a otros ámbitos, somos una generación totalmente caprichosa, tenemos un teléfono móvil del que a los 6 menes nos tenemos que deshacer porque está desfasado. Vivimos en una sociedad acelerada en la que priman los resultados inmediatos, no tanto a largo plazo, de esta forma necesitamos saber para que me va a servir esto, que tengo que hacer para sacar buena nota en el examen, o lo que se traduce en, lo que voy a aprender queda en un segundo plano lo primero es mi nota y lo que tengo que saber para conseguirla.
Solo hay gente en la calle que camina deprisa y ya no habla con nadie. Se ha ido minusvalorado el diálogo como forma de enseñanza para ser capaces de pensar por nosotros mismos.
En la educación al igual que en la sociedad parece que necesitamos resultados inmediatos, sin tener en cuenta el proceso dando más importancia a un producto que realmente no nos aportará nada mas que satisfacción del premio a corto plazo, mientras que desde mi punto de vista el producto realmente importante es el conocimiento que puedas adquirir o las cuestiones que te puedas llegar a plantear.
Si no tenemos un examen o unos apuntes a los que aferrarnos nos ponemos nerviosos, por falta de costumbre, quizás el problema sea que nos trae mas quebraderos de cabeza pensar por nosotros mismo que engullir una serie de apuntes. Por ello creo que la generación y la sociedad del ya y el ahora influye demasiado en la educación.